Aquella madrugada inhóspita el santo, santo señor del universo, el buen Dios omnipotente, hacedor de todas las cosas despertó sobresaltado por el presentimiento de una tragedia. Con la respiración entrecortada y el corazón latiendo desordenado levantó su mano temblorosa y dijo: Hágase la luz, y la luz se hizo. Después recorrió con la mirada la enorme vastedad de su reino, llego a los más alejados confines de la tierra, subió a las nevadas cumbres de las montañas y bajó a lo más profundo de El Hades. Cuando comprobó que el orden y el equilibrio ordenados por él permanecían inalterados sonrió aliviado y dijo para sí mismo: fue una pesadilla, soñé que se me moría el diablo… y se volvió a dormir.
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